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10 de septiembre de 2011

La Culpa de Mis Fracasos La Tienen Los Demás?.




¿Ha escuchado o dicho alguna vez ¡La culpa no es mía! o… ¡Yo no fui!?.
Por lo general, buscamos la manera de exonerarnos de culpas, señalando a otras personas como las responsables de todos aquellos sucesos que no nos han salido como quisimos.
O bien, cuando no nos queda otra alternativa: decimos: ¡“la culpa es de todos”!… ¿Será que “mal de muchos, consuelo de tontos”?.
Un proverbio chino muy conocido dice: “Por culpa de un clavo se cayó la herradura. Por culpa de la herradura se perdió un caballo. Por culpa de un caballo no llegó el mensaje. Por culpa del mensaje que no llegó, se perdió la guerra”.
El rencor y los resentimientos, sin duda, nacen cuando culpamos. Y la culpa, es el pretexto o la escusa ideal, para disfrazar nuestra incapacidad para asumir la responsabilidad de nuestros errores cometidos.
Lo triste de esto es que “echar la culpa” se ha convertido en una cultura enraizada de la sociedad en la que vivimos.
El pasado es algo vivido; pero no siempre es “experiencia”. Si lo que Usted ha vivido en el pasado le causa remordimiento, rencor, miedo a que pase nuevamente, no es eso experiencia.
La “experiencia” es la sabiduría que Usted ha logrado extraer de esos sucesos y dejar de culpar al mundo por sus tantas caídas.
Si Usted está permanentemente preguntándose ¿“Por qué a mi”?, es porque transita la vida con sentimientos de “Víctima”.
Reformule la pregunta. Pregúntese: ¿“Para qué”? y conviértase en un “Aprendiz de la vida”. Asuma la responsabilidad sobre sus actos.
Entonces, tanto la Víctima como el Aprendiz tienen una pregunta que formularse.
La pregunta de la Víctima, nunca tiene respuestas: ¿Por qué… Por qué a mí? Y siempre está buscando la manera de responsabilizar a los demás de sus fracasos y desgracias.
La pregunta del Aprendiz: ¿Para qué?, en cambio, SI tiene una respuesta, y es: “para aprender”.
Creerse “víctima” no es un sentimiento. Es una “MALA ACTITUD”, un comportamiento humano involutivo, alejado de toda posibilidad de desarrollo.
La actitud de víctima hace que las personas huyan de asumir sus responsabilidades y terminen “lavándose las manos” ante sus errores. Son fabricantes de excusas y “verdades inventadas” (o mentiras) hasta llegar a la manipulación.
Una persona con actitud de víctima llega, incluso, a hacer ejercicio de la creatividad para sostener su flaqueza.
Tenga por seguro que la víctima sólo recibirá las migajas enmohecidas de la lástima, y creerá que es amor y comprensión; pero en realidad, es el ocultamiento del MIEDO que se posee. El miedo es lo opuesto al amor; es concretamente la “negación del amor y la verdad”.
La creencia de Víctima está llena de un “ácido” que carcome la consciencia. Nos hace transitar anchos y espesos caminos con paisajes grises y negros de depresión, de falta de esperanza, de ceguera del alma. En este estado, no se puede distinguir las manifestaciones de amor, ya que el ego busca la manera de encontrar “sin-razones” para estar siempre a la defensiva y prontos al ataque.
“Víctima” es una palabra proveniente del latín antiguo “Victus”, cuya connotación o significado es “Vencido”. En la antigüedad la palabra era utilizada en el léxico religioso para designar a los animales sacrificados. Otra versión considera que la palabra “Víctima” puede tener origen en la palabra latina “Vincta”, para designar “Atado” o con “Atadura”.

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