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25 de octubre de 2011

Comunión en la vida conyugal


Amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción. (Is. 38:17)
Un estudiante cuenta lo siguiente: “Ocurrió en el año 2003 en mi patria, Polonia. En una familia con varios hijos, el padre se convirtió al Señor Jesús. Todos se dieron cuenta del cambio que la fe había efectuado en su padre. Pero la madre, de unos 45 años de edad, no quería saber nada del Salvador del mundo; estaba endurecida y en contra”
Repentinamente cayó enferma El médico diagnóstico una enfermedad incurable, dándole tan sólo de 3 a 4 meses de vida. ¡Una noticia desoladora!
Pero esto provocó un cambio radical en el corazón de la mujer. ¡Cuán diferente le pareció todo lo visto a la luz de la eternidad! Entonces aceptó la buena nueva del Salvador y se convirtió. Según el diagnóstico médico, la mujer falleció cuatro meses después. Se fue para estar con su Salvador en la gloria.
En el entierro el predicador contó a sus oyentes: – Hablé con el marido de la difunta. Lo que él dijo me conmovió profundamente.
- Los últimos cuatro meses fueron los más hermosos de nuestra vida conyugal. Pudimos estar unidos en lo más santo. No existe algo más hermoso”
El rey Ezequías experimentó algo parecido cuando Dios permitió que enfermara gravemente. Después de su experiencia dijo: “A ti agradó librar mi vida del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados” (Is. 38:17). Para él la enfermedad también se había transformado en bendición.
(Num. 10; 2 Tim. 4; Sal. 77:10-20; Pr. 18:8)

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