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2 de febrero de 2011

Jesus volverá




Cada vez más este libro me asombra. Es algo extraordinario, jamás había visto tanta claridad respecto al ser humano, el universo y la vida. No hay ni un solo aspecto que no está en este libro maravilloso. Es como si Dios nos diera todo el conocimiento posible a través de las páginas gloriosas de la Biblia. Nada se escapa, nada se oculta, todo se manifiesta.

Quienes pongan seriedad en el estudio de la Palabra de Dios verán cada detalle como está toda la información genética en el DNA. Sólo una mente que conociera todo pudo redactar los acontecimientos que aquí se narran.

La Biblia no es un libro de una particular religión, no es propiedad de un pueblo exclusivamente, la Biblia es la revelación de la verdad divina. Es la antorcha que nos ilumina en medio de la oscuridad de la ciencia.

La ciencia nos lleva por un laberinto que no conduce a ningún lugar, entender y comprender a la huamnidad a través de los hombres de ciencia, es ir por un bosque que tiene entrada pero no tiene salida, es el laberinto de Creta. No hay propósito para el hombre desde la perpectiva científica, para ellos somos un eslabón en la cadena de la evolución, un animal más que por suerte pudimos avanzar más en ese proceso y hemos dominado sobre las demás especies.

Pero las Sagradas Escrituras nos muestran el camino por donde encontrar la puerta a la vida eterna. Nos dice de dónde venimos y hacia dónde vamos. No hay laberintos oscuros, no hay laberintos por los cuales nos perdamos dando vueltas sin sentido, no hay oscuridad ni tropiezos. La vereda es clara, vamos guíado por una antorcha divina, vamos guiados por las manos de Dios.

Esa es la diferencia entre creer en Dios y no creer, creer en las Sagradas Escrituras o creer en las narraciones fantásticas de la ciencia. Algunos sienten orgullo de ser producto de una evolución alocada, de una evolución sin sentido, sienten orgullo de descender de un tronco común con el mono, tronco que nunca ha podido ser evidenciado, sienten orgullo de que sus ancestros vivían en los árboles y se echaban al vacío sostenidos por el rabo.

Hablan y hablan pero todo es una vil mentira. Hablan de los hombres primitivos.¿Acaso no tenemos hombres primitivos en muchas regiones del mundo?¿En Australia, en el Amazona, en Afríca?¿Acaso no tenemos hombres produciendo fuego frotando piedras?¿Acaso no tenemos tribus que no usan ropa?¿Acaso no tenemos tribus cuyas herramientas son rústicas, de piedra, de madera?

El ser humano es el mismo hace 6000 años. No hay evidencia de evolución alguna. Los seres humanos hace seis mil años eran como ahora. Hacían lo mismo, pensaban de la misma forma. Cometían los mismo errores, cultivaban la música, el arte, la escultura, tenían conocimientos de astronomía. Si un ser humano de los tiempos de Noé pudiera viajar a nuestros tiempos, nadie notaría la diferencia. Podría asistir a una universidad, comer tranquilamente en Ponderosa, ir al cine, guiar un automóvil.

La evolución es tan falsa como tan falsa es la religión de los científicos.

La Biblia nos deja asombrado. Cada evento Dios nos lo revela. No hay nada oculto para los que creen, pues el Señor les muestra la senda de la verdad.

La Biblia nos permite saber los tiempos. Nos permite seguir el rastro de Jesús, desde el anuncio de su presencia en la tierra dado al principio de la creación. Fue prometido en Génesis 3:15, cuando Satanás logró engañar a la primera pareja.

Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya, ésta te herirá en la cabeza, y tu le herirá en el calcañar. Génesi 3:15

Desde el primer momento de la caída de Adán y Eva fue anunciado la llegada de un día de Jesús. Esta profecía comenzaría a cumplirse 3995 años más tarde después de Adán cuando Cristo nació en un humilde pesebre en Belén de Judea

El nacimiento de Cristo fue anunciado a través de diferentes profetas en épocas distintas. Dios fue suministrando detalles, cada vez más específicos sobre el nacimiento de Cristo. No fue una profecía inventada, fueron cientos de profecías que anunciaban el nacimiento del Redentor.

El profeta Balaam cientos de años antes del nacimiento del Mesías tuvo una visión en la que se mostró al Lirio de los Valles. Este profeta pudo ver la grandiosa figura de Jesús mucho antes de que éste naciera.

Lo veré, mas no ahora; Lo miraré mas no de cerca; Saldrá Estrella de Jacob. y se levantará cetro de Israel, y herirá las sienes de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set. Números 24:17

Balaam vio la señal que se vería el día del nacimiento de Cristo, la estrella, la Estrella de Belén, la Estrella de Jacob.
Esa estrella iba a dirigir a los pastores que serían comisionados a encontrar al niño Jesús. Aquí ya Dios nos da una señal, un detalle maravilloso, cuando aquel ser naciera en la tierra, habría una estrella para anunciar su nacimiento.

Pero Dios siguió dando detalles espécificos sobre su Ungido, sobre el Salvador que habría de venir, Dios no quería dejar duda alguna para que Cristo fuera identificado como el Cordero de Dios. Dios conoce los tiempos y Dios establece las señales para que los seres humanos podamos interpretar
los eventos históricos.

Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.
Isaías 7:14

Es algo que nos sorprende cómo Isaías pudo saber de quién iba a nacer Cristo y cuál iba a ser su nombre. Isaías tuvo la dicha, el privilegio de ver al niño Jesús, de conocer los detalles de su nacimiento y ver los detalles de su pasión y muerte. La vida del Señor fue dada a conocer mucho antes de venir a este mundo.
No solamentes nos da detalles de Jesús, sino que nos brinda información de su carácter, su personalidad, su misión, nos habla del poder de Cristo para realizar milagros.

La vida de Cristo está dada mucho antes de nacer, es como un lienzo de un gran pintor que puede mostrar la historia de un hombre cientos de años antes de que los hechos ocurrieran.

El nacimiento de nuestro Señor fue anunciado por Dios a los tres magos. Aquellos tres pastores que pastoreaban en la noche observaron el cielo y vieron una enorme y reluciente estrella, una estrella diferente, una estrella que llamaba la atención, una estrella que se comportaba extrañamente, una estrella que les invitaba a serguir.

Aquellos tres pastores reconcieron el significado de la misma, sabían que detrás de ella había un misterio que resolver, así que la sigieron hasta que la misma se detuvo sobre un humilde pesebre. Allí estaba el Rey de los judíos, el prometido por Dios. Allí estaba un hermoso niño, allí estaba el nazareno, el Hijo de Dios que venia a salvar a la humanidad, que vino a establecer nuevamente los lazos del homvbre con su Creador. La Estrella de Belén fue la señal de Dios para anunciar al mundo el nacimiento de su Hijo Amado.

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,

diciendo:¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
S. Mateo 2:1-2

Esa es la señal de Cristo, una brillante estrella. Esa estrella que alumbró a los magos es la misma estrella que ha de aparecer antes del retorno del Señor a la tierra.

Su segunda visita será nuevamente anunciada por el surgimiento de una brillante estrella, una estrella que millones han de reconocer como el punto final, esa estrella nos dirá que en un instante, el velo del cielo se correrá y aparecerá impresionante la figura del Señor acompañado de millones de ángeles sentado en su trono de gloria.

Ya estamos cercano a ese día que será maravilloso para la Iglesia Universal de Cristo, pero uno de de dolor y de angustia para aquéllos que no han creído en su nombre ni en su palabra.

Si las profecías que anunciaron el nacimiento de Cristo fueron cumplidas, también se han de cumplir todas las profecías relacionadas con su segunda venida.
Veremos esa estrella de la misma forma que los tres magos la vieron aquella noches hermosa de la cual la Biblia nos habla.

Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo, y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre sobre las nubes con poder y con gloria. S. Mateo 24:3o

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