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5 de junio de 2011

Aguas profunda



Hoy deseo iniciar el servicio haciendo una pregunta; ¿cuántos aquí podemos decir que sabemos que nuestra relación con Dios esta en el nivel que Él desea que este? Esta no es una pregunta para que nadie me la conteste, sino es una pregunta que nos hace examinar nuestra relación con Dios. Es una pregunta para que nos demos cuenta a que nivel esta nuestro crecimiento espiritual, y nuestro caminar con el Espíritu Santo. Una de las grandes tragedias que existe en el pueblo de Dios hoy en día es que muchas personas no se examinan, muchas personas no están dispuestas a ser honestos consigo mismo, y el resultado de esto es que tarde o temprano terminan sufriendo. Terminan sufriendo porque su caminar con el Espíritu Santo nunca llega al nivel que Dios desea que este. Este es el tema que deseo que estudiemos en el día de hoy; hoy vamos a estudiar los cuatro niveles que existen en nuestra relación con Dios y nuestro caminar con el Espíritu Santo. Vamos a examinar esta tan importante parte de nuestra vida cristiana para encontrar a que nivel nos encontramos. Pasemos ahora a la Palabra de Dios.

Ezequiel 47:1-6 - Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. 2 Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. 3 Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. 4 Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. 5 Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. 6 Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río.

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios nos tiene, será necesario que conozcamos un poco mejor a este hombre llamado Ezequiel. Ezequiel fue un sacerdote y profeta, y le toco ministrar durante los días más negros de la historia de Judá; setenta años que ellos soportaron bajo el cautiverio de Babilonia. Ezequiel fue llevado cautivo antes del asalto final en contra de Jerusalén; él uso profecías, parábolas y señales para dramatizar el mensaje de Dios para Su pueblo. Como la mayoría de los otros profetas, los mensajes de Ezequiel estaban divididos en dos partes, la condenación y la consolación. Esta fue una de las visiones que Dios le entrego a este profeta, y es una visión de consolación. Es una visión que esta directamente relacionada con el Espíritu Santo, y que nos demuestra los diferentes niveles que existen en nuestra relación con Dios. ¿No lo pueden ver aun? Estudiemos estos versículos más de cerca y veamos si lo que les digo es verdad.

Primero de todo establezcamos que “las aguas” como indicado aquí es una representación del Espíritu Santo. Para poder establecer esto, fijémonos bien como se nos dice aquí al leer “Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. 2 Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho.” En estos dos versículos tenemos dos pistas que nos ayudan a descubrir, y afirman la representación del Espíritu Santo. La primera pista es que vemos que se nos dice “a la entrada de la casa”, pero, ¿de que casa se nos esta hablando? De la casa que se nos esta hablando aquí es del templo de Dios, se nos esta hablando del santuario donde habitaba Dios entre su pueblo (Ezequiel 43:4-5.) En ese entonces Dios habitaba en Su templo, pero ahora habita en cada uno de nosotros (Juan 14:16-17.) La segunda pista es que vemos que se nos dice “aguas que salían de debajo del umbral.” En otras palabras aguas que salían del paso principal del templo de Dios hacia su pueblo. Ezequiel vio el agua que fluía y que se convertía en un gran rió; se convertía en un rió que daba vida, un rió que sanaba, y un rió que liberaba a este pueblo de una tierra seca (Ezequiel 47:9; 12.)

Dios le dio la visión a Ezequiel que saldría el agua de debajo del umbral, pero nosotros que hemos aceptado a Cristo como nuestro Rey y Salvador, nosotros que confiamos en Él sabemos que el Espíritu Santo que ahora mora en nosotros hará brotar esta agua de vida de nuestro interior (Juan 7:38.) Así que sin duda alguna podemos establecer que el agua que Ezequiel vio fluir en esa visión es el Espíritu Santo de Dios derramado sobre Su pueblo. Con esto en mente continuemos ahora y examinemos los cuatro niveles que existen en nuestra relación con Dios a través del Espíritu Santo que ahora mora en nosotros.

Aquí vemos que se nos dice: “Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos.” Este pequeño versículo describe muy bien el primer nivel que existe entre la mayoría de los creyentes y Dios. Cuando el Espíritu Santo comienza a obrar en nosotros, cuando una persona se convierte a los caminos del Señor, un cambio sucede. En términos modernos seria igual a como se dice aquí cuando una persona tiene una nueva experiencia, o ha vencido un obstáculo o situación. Aquí decimos “se ha mojado los pies.” Cuando una persona se arrepiente de sus pecados, cuando una persona llega a los caminos del Señor, entonces podemos decir que esa persona se ha mojado los pies. En otras palabras, ha entrado a las aguas, ha entrado a su relación con Dios hasta los tobillos. Esta es la primera experiencia, este es el primer paso, pero desdichadamente muchos son lo que se quedan trabados aquí. Desdichadamente muchos no están dispuestos a entrar a más profundidad. Detengámonos por un breve instante, y pensemos en esto de la profundidad. Vamos a usar nuestra imaginación; imaginémonos que estamos en la playa, y que el mar es el Espíritu Santo. Ahora entremos en el mar, pero solo hasta que el agua cubra nuestros tobillos. Pensemos por un instante, ¿con el agua hasta los tobillos, podemos movernos libremente? ¿Se nos hace difícil caminar en la arena? La respuesta a ambas preguntas es si. Si podemos movernos libremente ya que el agua solamente cubre una pequeña porción de nuestro cuerpo, y si se nos hace un poco difícil caminar en la arena porque el agua en nuestros pies causa un poco de resistencia, pero de ninguna manera nos encontramos limitados. Hermanos, aquí es donde esta el peligro. Digo que aquí esta el peligro porque cuando nos podemos mover libremente, cuando no estamos limitados, entonces esto quiere decir que no estamos recibiendo convicción de nuestras malas acciones. Esto quiere decir que cederemos con frecuencia a los impulsos y deseos infructuosos de la carne. Esto quiere decir que seremos dominados más por las cosas de este mundo, que por el Espíritu Santo que ahora mora en nosotros. Preguntémonos ahora, ¿desea Dios que tu relación con Él esté a este nivel?

Continuando con nuestro estudio vemos que se nos dice: “Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas.” Aquí encontramos el segundo nivel que existe entre muchos creyentes y Dios. Usando el mismo ejemplo de nuestro paseo en la playa, preguntémonos, ¿con el agua hasta las rodillas, se nos hace más difícil caminar en la arena? ¿Nos encontramos limitados en lo que podemos hacer? La respuesta a ambas preguntas es nuevamente si. Con el agua hasta las rodillas el caminar se nos dificulta un poco, ya que la corriente del mar ejerce más fuerza sobre nuestro cuerpo. Si, somos limitados en algunas cosas, ya que si quisiéramos correr, esto es algo que se nos haría imposible hacer debido a la resistencia del mar, ¿verdad? Nuevamente aquí encontramos un gran peligro. Encontramos un gran peligro porque aunque la relación con Dios pueda ser un poco más profunda, todavía podemos movernos con poca dificultad, en otras palabras recibimos convicción de nuestra malas acciones, pero las ignoramos. Continuamos cediendo a los placeres de este mundo, continuamos cediendo a los impulsos de la carne. Esto quiere decir que continuaremos dejándonos dominar por la influencia de este mundo. Preguntémonos ahora nuevamente, ¿desea Dios que tu relación con Él esté a este nivel?

Continuando con nuestro estudio vemos que se nos dice: “Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos.” Aquí encontramos el tercer nivel que existe entre algunos creyentes, y Dios. Continuando usando el mismo ejemplo de nuestro paseo en la playa, preguntémonos, ¿con el agua hasta la cintura, se nos hace más difícil caminar en la arena? ¿Nos encontramos limitados en lo que podemos hacer? Nuevamente la respuesta a las dos preguntas es si.

Con el agua a la cintura el caminar se hace mucho más difícil, y ciertamente tenemos muchas más limitaciones de lo que podemos hacer. Esto representa que ya no seremos arrastrados por la corriente de maldad que arrastra a este mundo, esto representa que ya no cederemos a los impulsos de la carne o a los placeres de este mundo con tanta facilidad. Pero, preguntémonos nuevamente, ¿desea Dios que tu relación con Él esté a este nivel? Aunque tu relación con Dios esté ahora a este nivel, aunque tu relación con Dios es más profunda, te digo en el día de hoy que no es aquí donde Dios desea que estés. Pero, ¿dónde desea Dios que esté tu relación con Él? La respuesta la encontramos en el cuarto nivel.

Continuando con nuestro estudio encontramos que se nos dice: “Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado.” Aquí encontramos el cuarto nivel; en otras palabras el nivel que existe entre el creyente fiel, y Dios. Quiero que se fijen bien en lo que les he dicho desde el inicio hasta ahora. El primer nivel, el agua a los tobillos, describía la relación entre la mayoría de los creyentes y Dios. El segundo nivel, el agua hasta las rodillas, describía la relación entre muchos creyentes y Dios. El tercer nivel, el agua hasta la cintura, describía la relación entre algunos de los creyentes y Dios. Pero ahora en el cuarto nivel, un río que no se puede cruzar sino a nado, describe la relación entre los creyentes fiel y Dios. Quiero que noten eso muy bien porque Dios no desea que tu relación con Él sea de primer nivel. Dios no desea que tu relación con Él sea de segundo nivel o de tercer nivel. Dios desea que tu relación con Él sea del cuarto nivel. Dios desea que estés dispuesto a entrar en las aguas hasta no dar pies. Dios desea que tu comunión con el Espíritu Santo sea una que te dejes guiar en todo momento. Volvamos nuevamente al ejemplo de nuestro paseo en la playa. Hagámonos las mismas dos preguntas. Si entramos al mar hasta donde ya no damos pies, ¿se nos hará difícil caminar en la arena? ¿Estaremos limitados en lo que podemos hacer? Nuevamente la respuesta a ambas preguntas es si. Cuando nos encontramos a una profundidad donde no damos pies, no se nos hace difícil caminar en la arena, se nos hace imposible. Cuando nos encontramos a una profundidad donde no podemos dar pies no tenemos solo algunas limitaciones, estamos completamente limitados porque si no nadamos nos hundimos. Aquí es donde Dios desea que te encuentres en tu relación con Él. Cuando nos encontramos a esta profundidad esto significa que ya no podemos ser arrastrados por la corriente del mal que arrastra a este mundo, ¿por qué? Porque ahora estamos completamente sumergidos en el Espíritu Santo; porque ahora estamos guiados en todo momento por el Espíritu Santo; porque ahora estamos moviéndonos completamente en el Espíritu Santo. En este lugar, en el lugar donde no damos pies es donde aprendemos a depender de Dios, y Dios desea que su pueblo dependa de Él (Jeremías 33:2-3.) La mayoría de los creyentes nunca obtendrán el júbilo, la realización, la confianza y el amor de Dios que llega con este tipo de relación. No lo obtendrán porque no están dispuestos a entrar en la profundidad. No lo obtendrán porque no están dispuestos a ser guiados por el Espíritu Santo en todo momento, y esto es algo verdaderamente triste.

Para concluir. Si queremos llegar a una relación más profunda con Dios, tenemos que movernos fuera de nuestra capacidad, y confiar en Dios para todo. Dios desea que perdamos de vista nuestras ambiciones, nuestros propósitos, y nuestros sueños (Isaías 55:8-9.) Dios desea que nos rindamos a Él completamente, y que nos dejemos guiar en todo momento (Romanos 8:13-14.) Ezequiel nos dijo: “Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río.” En otras palabras, ¿has entendido bien? Te pregunto ahora, ¿has entendido bien el mensaje de Dios para tu vida? Quizás algunas personas aun no han hecho un compromiso genuino con Dios. Quizás algunos temen entrar en la profundidad de su Espíritu Santo porque piensan que se ahogaran, pero recuerda que servimos a un Dios justo (Apocalipsis 7:17.) Recuerda que servimos a un Dios que nos cuida y protege. Fíjense bien como lo dijo Ezequiel, el dijo “Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río.” Cuando confías en Dios, cuando estas dispuesto a entrar en una comunión más profunda con Él, Él cuidara de ti y te protegerá en todo momento. Dios nunca te fallara. Caminar en el agua hasta los tobillos no toma esfuerzo, pero es muy fácil entrar y salir del agua. En otras palabras es muy fácil entrar, y salir de la comunión con el Espíritu Santo. Es por eso que con frecuencia vemos como creyentes caen nuevamente en el pecado. Es por eso que vemos con frecuencia como creyentes abandonan las bendiciones. Caminar en el agua hasta las rodillas toma un mínimo esfuerzo, pero nuevamente no es difícil ser forzado fuera del agua. Una ola puede darnos y seremos lanzados fuera; se nos puede dar un empujón y caeremos en la arena. En realidad entrar solamente hasta las rodillas no es muy diferente a los que caminan en el agua hasta los tobillos. Digo esto porque nuevamente encontramos que podemos ser sacados fácilmente de nuestra comunión con el Espíritu Santo. Ahora, caminar en el agua hasta la cintura requiere esfuerzo. Al llegar a este nivel ya no será fácil ser sacado del agua, ya no será fácil ser forzado fuera del agua. Ya no será fácil empujarnos y hacernos caer en la arena, ya no será fácil forzarnos fuera de nuestra comunión con Dios y el Espíritu Santo. Pero aunque este nivel demuestra cierta cantidad de compromiso, este no es el nivel que Dios desea que te quedes. Dios desea que entres en aguas profundas; Dios desea que hagas un compromiso genuino con Él y estés dispuesto a confiar en Él en todo momento. No detengas tu caminar. No permitas que el temor detenga tu crecimiento espiritual, y tu relación con Dios. No permitas que tu relación con Dios se estanque, muévete a la profundidad y veras el poder de Dios en acción en tu vida. Ahora pregúntate, ¿a que nivel esta mi relación con Dios?

Jose R. Hernandez

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