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Hombre y mujer: dos maneras complementarias de trabajar
“En el pasado, la cultura organizativa de las empresas en que dominaba la presencia masculina, tendía a crear ambientes de feroz competencia, falta de comunicación, actitudes individualistas y una enorme burocracia. Hoy, podemos imaginar un ambiente de trabajo distinto. Sólo se necesita conocer las habilidades de hombres y mujeres en relación con el trabajo y conciliarlas del modo más adecuado.”
No cabe duda que aunque los hombres y las mujeres poseen la misma dignidad, naturaleza y capacidad tienen unas pocas pero definitivas diferencias. Esto no quiere decir que exista una subordinación o una dependencia de unos a otros sino, una relación entre iguales, que supone dos modos diferentes de ser con una misión común y complementaria.
Esa diferencia está marcada por la feminidad de la mujer y la masculinidad del hombre que determinan unas tendencias específicas; las mismas que no se pueden generalizar, porque en algunos casos ocurren algunas aproximaciones en aspectos emotivos o racionales (hombres más emotivos o mujeres que se dejan llevar más por la razón). Por este motivo, a continuación se presenta una aproximación de las características de unas y otras:
Características femeninas:
• Gracilidad: Belleza, delicadeza y fragilidad. Son particularidades de la mujer que le ayudan a crear ámbitos de trabajo más conciliadores, agradables y socializadores, con un trato humano más delicado y, cuidando de ciertos detalles como el festejo de fechas especiales: cumpleaños, navidad, etc.
• Interés por el necesitado: La mujer es la experta en humanidad por excelencia, así lo ha descrito el Papa Juan Pablo II, gracias al don que posee de la maternidad. Por eso, siempre se interesa y preocupa por los que necesitan ayuda material, emocional o espiritual.
Características masculinas
• Pensamiento lógico: El hombre es más práctico y simple, tiene metas concretas. Tiene capacidad para trabajar bajo presión y habilidad para dirigir equipos especializados.
• Espíritu emprendedor: Se deriva del afán de conquista tan característico del hombre. Es competitivo y muchas veces se deja llevar, sin que importen los medios con tal de conseguir su objetivo. Tiende a buscar el control y el poder sobre los demás.
No cabe duda que aunque los hombres y las mujeres poseen la misma dignidad, naturaleza y capacidad tienen unas pocas pero definitivas diferencias. Esto no quiere decir que exista una subordinación o una dependencia de unos a otros sino, una relación entre iguales, que supone dos modos diferentes de ser con una misión común y complementaria.
Esa diferencia está marcada por la feminidad de la mujer y la masculinidad del hombre que determinan unas tendencias específicas; las mismas que no se pueden generalizar, porque en algunos casos ocurren algunas aproximaciones en aspectos emotivos o racionales (hombres más emotivos o mujeres que se dejan llevar más por la razón). Por este motivo, a continuación se presenta una aproximación de las características de unas y otras:
Características femeninas:
• Gracilidad: Belleza, delicadeza y fragilidad. Son particularidades de la mujer que le ayudan a crear ámbitos de trabajo más conciliadores, agradables y socializadores, con un trato humano más delicado y, cuidando de ciertos detalles como el festejo de fechas especiales: cumpleaños, navidad, etc.
• Interés por el necesitado: La mujer es la experta en humanidad por excelencia, así lo ha descrito el Papa Juan Pablo II, gracias al don que posee de la maternidad. Por eso, siempre se interesa y preocupa por los que necesitan ayuda material, emocional o espiritual.
Características masculinas
• Pensamiento lógico: El hombre es más práctico y simple, tiene metas concretas. Tiene capacidad para trabajar bajo presión y habilidad para dirigir equipos especializados.
• Espíritu emprendedor: Se deriva del afán de conquista tan característico del hombre. Es competitivo y muchas veces se deja llevar, sin que importen los medios con tal de conseguir su objetivo. Tiende a buscar el control y el poder sobre los demás.